Universidad, ¿y ahora qué?

Universidad, ¿y ahora qué?

La lucha constante entre la búsqueda de un trabajo y saber qué quieres hacer con tu vida. Os voy a contar mi experiencia…

He estudiado Derecho, personalmente la carrera me ha gustado (aunque todos tenemos una asignatura que no soportábamos, en mi caso era derecho civil). Soy de la generación del Grado, por lo que nos toca ser conejitos de india para el sistema y ver qué tal nos va. Tras finalizar la carrera con una buena media, también deciden hacer experimentos con nosotros y de paso, sacarse unos ahorros, así que para ejercer como abogado y poderte colegiar, es obligatorio hacer un máster (de pago, claro está).

Decido hacerlo para no quedarme fuera de juego, aunque tengo claro que no quiero ejercer, nunca se sabe las vueltas que va a dar la vida. Así que abono mis 4.000€ a la universidad, para un año y medio más de máster.

Universidad, ¿y ahora qué?

Universidad, ¿y ahora qué?

Mi experiencia laboral, por suerte, no tiene nada que ver con mi carrera de abogada. He trabajado en marketing empresarial, implementado contendido web, desarrollando productos. Pero, ¿qué debo poner en mi currículum que haga que las empresas me vean como una persona capaz?

Aquí es donde empiezan nuestras peripecias…

Tras numerosas candidaturas en las que aplico y para las que me siento cien por cien capaz de hacer lo que las empresas llaman el job description, sólo en menos de un 10% mi candidatura acaba pasando a la siguiente fase, y en muy pocas ocasiones me acaban llamando.

Me he encontrado ofertas para trabajar de abogado con el siguiente contenido:

“40 horas semanales – 12.000€ brutos” ¿Señores, esto es una broma? 4 años de grado + 1,5 año de máster y ¿me ofrecen esto? Cómo no, al lado tenemos el típico anuncio de captadores de ONG duplicando el salario que me ofrecen para ser abogado.

Así, me pongo a recordar los discursos de “la universidad te abre puertas”. Tengo un montón de amigos de la universidad trabajando en prácticas, todavía a nuestros años, o bien trabajado en el famoso Leroy Merlín.

Entrando en la discusión de si la universidad nos abre puertas o no, voy a llevarlo hacia un punto trascendental. Para muchos padres – y madres – de familia, si sus hijos no van a la universidad, serán una decepción, porqué “nuestra familia va a la universidad desde 1930”. Así es como acabamos saturando las aulas universitarias de jóvenes sin pasión, haciendo una carrera de las que vulgarmente en mi época se tipificaban cómo las carreras fáciles, y trabajando en McDonald’s una vez graduados. ¿Para qué? Para tener más oportunidades. ¿Por qué esta obsesión con la universidad?

Des de mi punto de vista, habiéndome sentado llena de entusiasmo en una clase repleta de desilusión, clase tras clase, puedo decir que lo más importe es el entusiasmo que tú tengas para conseguir tus objetivos.

¿Cómo vamos a motivar a las nuevas generaciones? ¿Cómo la sociedad puede seguir eligiendo día tras día, un sistema de criba curricular única y exclusivamente en “licenciado en”, en vez de “motivado para”?

¿Acaso no conlleva a una total frustración personal tener a una persona preparada desempañando un trabajo que podría hacer un niño de 10 años?

La pregunta que debemos hacernos es ¿cómo podemos hacernos visibles para una empresa, no sólo cómo un número, sino como una persona con ganas de aprender, de darlo todo por alguien que apueste por nosotros?

De momento, hay que tener claro que el 90% de candidaturas a las que apliques, no van a llegar a buen puerto, ya sea porqué no tienes experiencia – aunque si no te contratan nunca podrás tenerla -, ya sea porqué no tienes la titulación exacta que piden (en algunas ocasiones, remarco que es un hecho indispensable, ¡claro está!)

¿Pero qué pasaría si las empresas dieran más oportunidades a gente con talento, que no a gente con la carrera de Derecho?

Hay que ser consecuente con uno mismo. No perder el espíritu, pase lo que pase. El existencialismo es bueno, nos hace plantearnos las cosas, pero no hay que darle mucho bombo, porqué al final uno, no puede vivir sin estar agobiado – todos conocemos a este tipo de personas que siempre están preocupadas por algo -.

Así pues, ningún camino es el equivocado, lo que pasa es que hay algunos que te hacen dar un poco de vuelta, pero de todo se llega a aprender. De cada caída, se hace una herida, pero más tarde o más temprano, esta herida siempre sana, y la piel se queda más dura.

¡Pues con la vida pasa lo mismo!. De casi todo no podemos recuperar, solo debes ponerle ganas, esfuerzo, y si conviene… ¡un poquito de ayuda!

Ahora bien, si tú crees que has llegado a un punto que no te acaba de convencer, para, respira y plantéate como aprovechar la carrera que has hecho, el tiempo que has invertido en un proyecto, la relación que has tenido y no ha terminado bien, o el trabajo en la que llevas 10 años trabajando, para llegar a tus sueños? No sólo hay un camino, desde tu punto de partida, puedes llegar donde te propongas.

Te costará horrores llegar a entrevistas finales, en empresas que crean en el talento, en las ganas, y que apuesten por ti. Pero no lo dejes de intentar.

Cuando en la entrevista te hacen la típica pregunta en inglés de; ¿please can you describe yourself? What are your strengths? ¡No desfallezcáis! Aunque la mayoría de las personas intenten sobrevivir a esta pregunta, es tu momento.

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