Maldito bullying!

Maldito bullying!

Los calcetines, las zapatillas, las gafas y ya sólo me faltaba la capa de súper-heroína, que me ayudaría a pasar otra mañana a la escuela. Yo me la ponía cada día antes de salir de casa, pero no era capaz de tenerla puesta todo el día ya que en algún momento la acababa perdiendo. “Entra a tu burbujita y que nada te afecte”, me decía mamá. Yo no era bastante fuerte y sin capa ni burbujita, me encerraba en el baño durante las horas del patio, hasta que volvía a escuchar el timbre que me aseguraba que podía volver a clase tranquila.

El bullying es la pesadilla de cualquiera padre/madre.

25 años después todavía intento olvidar algunos de los peores momentos de mi vida.

No quiero hablar del bullying des de una óptica enciclopédica, sino des de una vertiente empírica. Abrir aquella puerta que he tenido cerrada tantos años, sólo para saber que puedo abrirla y no pasa nada, que ya no me da miedo.

Posiblemente haber sido víctima de acoso escolar me ha hecho llegar a ser quién soy ahora, me ha hecho reconstruirme después de cada batalla.

Si alguna vez lo has vivido, sabrás de lo que hablo… ¡Que crueles que son los niños! No sólo son todas las veces que te han golpeado, sino, sobre todo, lo pequeño que te han hecho sentir… Pero ahora, ahora ya soy grande, y soy tan grande que nadie me puede volver a encerrar, ni a hacer pequeña, ni a dejar en un rincón.

Maldito bullying!

Maldito bullying!

Durante toda mi adolescencia, tuve muchos complejos por mi físico, siempre había tenido un poco de sobrepeso, y siempre me habían excluido por eso. Me costó bastante de superar, pero mucha terapia después, aquí estoy. Reconstruida y más fuerte que nunca.

De lo que más he perdido en esta reconstrucción, es miedo. Miedo a estar sola, a no caer bien, miedo a que me hicieran daño (físico y psíquico), miedo al qué dirán, miedo a lo que mis padres pudieran sentir si se enteraban de lo que me pasa en la escuela, miedo a no gustar, a no gustar-me a mí misma, al hecho que nadie me llegara a querer.

Pero, he ganado mucho más del que he perdido. ¡He ganado confianza, he ganado amigos!, he ganado ilusión por la vida, entusiasmo por los persones, he ganado comprensión por aquellos que me han tratado mal, he ganado agradecimiento por aquellos que me han hecho darme cuenta de quién era realmente.

Si dijera que no cambiaría nada de nada, mentiría. Evidentemente preferiría una imagen más idílica de mi pasado, pero no lo es, y bien es verdad que ya me está bien tal y cómo es, porque gracias a él estoy donde estoy.

Tengo mil y una batallas más, pero no se trata de mostrar una imagen de victimismo, sino de lucha, de superación y de creer en un mismo.

Esto es un mensaje de esperanza, hay muchos como la tú, como yo, como nosotros y sólo es cuestión de tiempo que nos acabamos encontrando y haciendo familia.

El bullying no desaparece nunca, y tampoco se olvida, pero sí cambia. Te cambia a mejor.

La transformación de un mismo hacia la persona que realmente quieres ver en espejo, es lo mejor que te puede pasar. Construirte a ti mismo, sin estereotipos, sino con paciencia, con el paso del tiempo, a medida que paseas, cuando te mojas los pies al agua fría de la playa, constrúyete cuando llores de alegría, cuando lo des todo por un amor imposible. Reconstrúyete cuando aquel amor imposible te rompa en mil pedazos. Descúbrete cuando mires atrás y veas de dónde saliste y allá donde has llegado.

“No me importa que no creas en la mí, porque yo sí que creo“.

Creer que eres capaz de llegar allá donde te propongas es el que te hará llegar.

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