Hoy he soñado que era un cartel

Hoy he soñado que era un cartel

Era un cartel de letras, ¡eso seguro! Uno de esos que te indican dónde estás, pero no era un cartel de carretera. Ni un cartel de indicaciones.

Recuerdo estar orgullosa de la forma de mis letras, redondas y bien perfiladas. En blanco y negro.

También recuerdo ver un cartel luminoso en la fachada delantera. Pero era un cartel vulgar, sin elegancia.

Mi época del año favorita era Navidad. Me pasaba casi dos meses con las lucecitas de Navidad, esas luces que transmiten una energía especial, ¡dan alegría! Además, mi dueño me limpiaba justo antes de adornarme. Siempre procuraba que mis letras estuvieran perfectas.

A Pere le conocí hará unos 5 años, y yo diría que fue amor a primera vista.

Anteriormente, ya había estado 25 años con otro propietario, ¡habíamos pasado muchas historias juntos! Él me dio la forma, me definió y escogió qué letra iba tras la otra.

Cuando me cayó la «a», la enganchó al cabo de unos pocos días. A veces venían unos muchachos y me pintaban letras y dibujos, a mí me gustaba ya que me hacían cosquillas, pero a él no le gustaba nada, después siempre me frotaba con un cepillo muy duro.

Un día se me cayó la «s», y de nuevo la «a». Pero ya no me las pegó más. Poco a poco se fue haciendo mayor y me fue descuidando. Ya no tenía fuerzas para poder cuidarme como al principio.

Recuerdo que cada día se marchaba más tarde, se quedaba horas y horas después de girar el rótulo de “cerrado”, haciendo números y murmurando.

Finalmente, llegó el día que tanto me angustiaba y que había visto a tantos otros vecinos de la calle mayor, me pegaron un compañero que decía «liquidación por traspaso».

Hoy he soñado que era un cartel

Hoy he soñado que era un cartel

Unos meses más tarde, conocí a Pere, mi actual propietario. Él es un joven emprendedor. Ha estado varios meses reformando aquí y allá, pero ha querido mantenerme ya que dice que le gusta mi toque «vintage«. A mí también me gusta. Ahora me visita mucha más gente que antes, y por las noches y hacen fiesta y suena todo tipo de música.

¡Lo que más me entusiasma es que siempre huele a pastel recién hecho!

En el sueño, no soy un cartel cualquiera, soy el mejor cartel de la calle. Estoy orgullosa de ser un cartel grande y cada día me levanto a primera hora para poder estar a punto para cuando llegue Pere.

Me levanto y pienso durante un rato: Qué sueño tan extraño…, ¿Un cartel? ¿Qué diablos hago siendo un cartel? Aun así, me gusta sentirme el mejor cartel de la calle. Siento que cada día puedo llevar un mensaje diferente. Cada día puedo ser el mejor cartel de calle.

¡Comparte esta lectura!

¿Seguimos hablando?